«Lubna Edición Leyenda», la Ópera/Rock de Mónica Naranjo

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Foto: PERE TORDERA Foto: PERE TORDERA

«Lubna Edición Leyenda», la Ópera/Rock de Mónica Naranjo

El mundo de la música en nuestro país está de celebración y… ¿Por qué? porque ¿Cuánto tiempo hace que un disco es número uno en ventas en pocas horas? vale, sí, poco. Pero lo preguntaremos de otra forma: ¿cuántos discos han conseguido el ansiado número uno en España con nuestros artistas nacionales lanzando ni más ni menos que una Ópera/Rock?. He ahí el eje central que lo hace tan meritorio. Porque seamos sinceros, respetando a todos los artistas de nuestro país que lideran las listas de ventas, si nos fijamos bien, la mayoría de esos álbumes están cortados por el mismo patrón, inclinándose totalmente a lo comercial, por supuesto, sobra decir que señalar un disco como comercial no es algo discriminatorio.

Pero acostumbrados a baladitas melódicas, a ritmos bastante repetitivos o a discos estratégicamente creados para llegar al público Latinoamericano, llega ella, Mónica Naranjo, también conocida como «la Pantera de Figueras» y cual Dalí embriagado por la tramontana se dispersa por otros derroteros dejando de pintar bodegones para guiarse por el pincel de la pasión y plasmar relojes derretidos. Un proyecto totalmente arriesgado donde no corren muy buenos tiempos para la lírica. Pero Mónica Naranjo lo ha conseguido con su impactante álbum titulado «Lubna«. Esto ya sucedió el 29 de enero cuando lo presentó a solas, lleno de misterios que nadie conseguía descifrar, invitándonos a cavilaciones con el que fue su single acompañado de un dramático videoclip llamado «Jamás«.

Fue entonces cuando desveló que más tarde resolveríamos todos los enigmas de cada canción gracias a una novela que acompañaría al disco y que narraría cada capítulo que, aparentemente no tenía conexión alguna, pero con un hilo conductor. Como ella misma ha comentado: «Ahora, con el libreto que incluye la edición leyenda de Lubna podréis comprender el porqué de toda la historia y de cada tema”.

Y así es, al fin, este 25 de noviembre Mónica no solo ha lanzado de nuevo Lubna junto a la novela sino que también viene acompañada de Lubna en versión sinfónica (ahí es nada) que se desvincula aún más si cabe del estilo musical mercantilizado. Una EDICIÓN LIMITADA que lleva por nombre «Lubna edición leyenda» pero Mónica, mujer inquieta y melómana por naturaleza, también se ha animado a sacar estas dos joyas en vinilos: la versión original y la sinfónica. Arduo trabajo que le ha llevado siete años, con los que ha tenido que compaginar sus apariciones televisivas entre otros muchos proyectos.

Cabe destacar la gran presencia del maestro Pepe Herrero. Definir a Pepe es algo muy complejo puesto que es de esas personas tan polifacéticas como talentosas. Tan pronto puedes verlo lucir su melena regalándonos varios “headbanging” con su guitarra eléctrica y su vena más metalera (fue compositor y componente del grupo «Stravaganzza» junto a Leo Jimenez, que también fue el vocalista del grupo «Saratoga«) Como también podemos verlo vestido de esmoquin dirigiendo una orquesta, como ya lo hizo también junto a Mónica en otro de los discos más notables y neurálgicos de la carrera de la cantante llamado «Adagio«.

Vamos a centrarnos un poquito en esta nueva travesura de la mujer que algunos, pobres ilusos, dicen que grita demasiado, y para otros, es la mujer que llega a los agudos imposibles. En todos estos años, Mónica ha ido perfeccionado sus registros vocales y distintas facetas, tanto es así que pudimos comprobarlo en el año 2000 cuando cantó junto a Pavarotti «Agnus dei» en la gala «Pavarotti & Friends» que se retransmitió en todo el mundo. También en el homenaje realizado a Plácido Domingo en el año 2011 donde hizo una pulcra y maravillosa interpretación de «Nessum Dorma» con Luis Cobos a la batuta frente al tenor, que al finalizar la actuación aplaudió con gran ímpetu. En este disco también deja patente sus coqueteos en su faceta de soprano como por ejemplo, en el corte «Essere uno«.

Para los que no sigan la carrera musical de “La Naranjo” desde hace mucho tiempo, olvidaros de comprar el disco para poneros a bailar un sábado por la noche con «fantasía en el pelo«. Esta delicia es para escucharla con auriculares o a fuego lento y no perderse cada uno de los sonidos tétricos y escalofriantes como el réquiem titulado «Mortem Eleonard«, intrigantes como «Contemplazione«, celestiales como «Lubna & Eleonard«, reflexivos como «Ya está bien«; Cabe señalar que en este tema, al menos en el original, nos llama mucho la atención que tanto Herrero como Mónica hayan sabido fundir letra y música de forma tan artesanal, puesto que hay un momento que la melodía nos llega a recordar a marchas de «SemanaSanteras», como si fuésemos mártires, cabizbajos, con una cruz impuesta hasta que los sonidos con aires de martillazos hacen que se rompa ese eterno letargo invitándonos a despertar y a decir como el propio título indica: ¡Ya está bien!. Raciales como «Boomerang» (a dueto con la cantaora Marina Heredia) ¿Mónica Naranjo y Marina Heredia? Sí, señores, como no dejamos de repetir, un álbum lleno de sobresaltos, para bien, claro. Diferentes sonidos acompañados de una Mónica a veces melodiosa y contenida como en «Fin» y otras completamente desatada expresando sus angustias y lamentos como en «Jamás» o «Apocalíptica«.

Ya ven, este es el nuevo juguete de las mejores voces de España y dicho por muchos críticos, también del mundo. Un deslumbrante trabajo de la Diva que siempre despuntó en el mundo de la música. Echando la vista muchos años hacia atrás, aprovechamos para hacer un ligero repaso a la vida y obra de una chica proveniente de familia humilde, hija de albañil y sirvienta doméstica que canturreaba por la casa aquello que tantos niños y no tan niños de la época de los 70 veían en los televisores en blanco y negro y sin mando a distancia: «un globo, dos globos, tres globos…« aunque el globo más grande persistía en la cabeza de su luchadora madre para ingeniárselas y hacer que los viernes por la tarde fuese un día especial para sus tres hijos, «el gran día de las tostadas con azúcar», pero la realidad era que no había otra cosa que ofrecer en la mesa.

Mónica creció en una casa, y decimos casa ya que no fue un verdadero hogar por situaciones hostiles vividas en la infancia con olor a alcohol y algún que otro golpe que retumbaba, dicho por ella cuando aún permanecían las heridas del alma abiertas. En alguna de sus últimas entrevistas también aclaró desviando un poquito el tema que a día de hoy permanecen cosidas y cicatrizadas. Y es que el perdón es el gran camino hacia la autocuración.

Tan solo con diecisiete añitos cogió su maleta y se fue a México puesto que en nuestro país no se le dio la oportunidad de exponer al público su primer disco homónimo. Pero aquí la niña estrafalaria del pelo de dos colores (que por cierto, aún estaba sin desatar) conquistó el país Azteca en un abrir y cerrar de ojos. Pasó el tiempo en la cumbre y fue allí donde se lanzó en el año 1997 el disco que marcaría su carrera, «Palabra de Mujer» y claro, como era de esperar, la industria de nuestro país se percató al fin de que ahí no solo había talento, sino que ahí había dinero…

Y cuando estábamos tan tranquilitos escuchando baladas romanticonas de aquellos años donde estaban en el candelero artistas como «Ella Baila Sola» o «La oreja de Van Gogh» con Amaia Montero como vocalista… etc. ¡¡Sorpresa, sorpresa!! Aparece de la nada en nuestros televisores y programa de más audiencia conducido por Isabel Gemio, un bellezón vestida de Diosa Griega con una presencia en el escenario que dejó a más de medio país con ganas de más. Empezó a contarnos que iba llorando en un taxi sin importar la dirección y nos pidió a gritos que la desatásemos y… ¿quién iba a resistirse a semejante ciclón vocal, interpretativo y físico?

Todos hablaban de ella, a todas horas en las radios sonaban sus canciones, las adolescentes la imitaban, el colectivo gay la convirtió en su icono, las mujeres se sentían identificadas con sus canciones, conciertos día sí y día también, ruedas de prensa, promociones, en fin, todo un revuelo. Incluso acordaos del rumor al más puro estilo “Ricky Martín y la leyenda del perro” pero en el caso de Mónica le colgaron el San Benito de que nació siendo un hombre, cosa que no hacía más que provocar las risas de la cantante mientras bromeaba: “Sí, me han operado tan bien que no me han dejado ni nuez”

Hasta pusieron algún tipo de trabas para visionar el videoclip de «Desátame» ambientado en la Mitología Griega pero con el toque noventero que le correspondía, donde de algún modo se quiso representar la isla de Lesbos, y el hecho de que Mónica se acercase a otras mujeres más de la cuenta dio pié a todo tipo de comentarios y habladurías sobre su sexualidad tanto aquí como en el país de las rancheras. Mónica, siempre celosa de su intimidad, nunca quiso pronunciarse más de la cuenta. Aunque años después con total naturalidad comentó que ella se enamora de la persona independientemente sea hombre o mujer.

Muchos la tenían por una chica tremendamente prepotente, pero lo cierto es que pensamos que solo era un mecanismo de defensa, Mónica pretendía acojonar al personal para que nadie se diese cuenta de lo verdaderamente acojonada que estaba ella.

En las ya desaparecidas galas de los Premios Amigo y delante del entonces Príncipe Felipe, cantó «Pantera en libertad» como si fuese la última vez que fuese a cantar en su vida, nadie se percató de que llevaba una peluca y al finalizar la canción, se la quitó mostrando una calva falsa. Lo sentimos Lady Gaga, Mónica Naranjo llegó antes en eso de hacer la petarda.

Llegó su tercer disco «Minage» titulado de este modo para hacerle un homenaje a su ídolo de toda la vida, la cantante italiana Mina con la cual pudo realizar un sueño, hacer un dueto con ella: «Él se encuentra entre tú y yo» incluido en el álbum. Minage es todo un capricho donde se mezcla sensualidad, erotismo, desgarro…

Llegó la melena negra azabache, una extrema delgadez, los trajes de cuero que parecían una segunda piel y la locura esparcida de nuevo con una canción convertida en himno, «Sobreviviré«. ¡Cuántas veces por aquella época habría tenido que ponerse tras los escenarios «maquillaje hasta en el corazón…«!. Todo se veía muy bonito desde fuera pero más tarde Mónica confesaría que no se sentía con la libertad de hacer las cosas como ella quería. La industria quiso hacer una especie de “Palabra de mujer 2” pero ella se negó, ella quería explorar, evolucionar y no quedarse en una imagen anclada y amarillenta.

Y en el año 2001 sale a la venta “la gran cagada” un disco donde a duras penas se salvan dos canciones como mucho, «Chicas malas» no podía ser que después de haber hecho un discazo como “Minage” volviese con un single donde la letra decía así: «Las chicas malas no saben perdonar, las chicas malas te quitan lo que das» le faltaba alma por todos sitios, podría ser un disco para Paulina Rubio (con todos nuestros respetos para Pau) pero no para Mónica por Dios, no para Mónica. Definitivamente, cuanto más se escuchaba, más pensábamos que era una broma de mal gusto pero no, fue real.

Mónica tenía veintiocho años, la quisieron transformar, quisieron por narices que se rindiese a lo más comercial, los grandes telepredicadores de la industria quisieron explotarla, y la explotaron, le contaron un cuento de hadas: que triunfaría por toda América realizando el disco también en inglés titulado «Bad Girls» que se hizo en tiempo récord. Mónica aceptó a regañadientes pero claro, sonaba demasiado bonito como para dejar escapar esa oportunidad. De los errores aprendemos y ella aprendió, ¡vaya que si aprendió! El caso es que por unas y otras cuestiones ajenas a la artista nada fue lo que parecía y muchos de los que se arrimaron a ella sin ver a una persona pero sí viendo a una gallina de los huevos de oro le dieron la espalda en tiempos oscuros. Hoy por hoy Mónica odia ese disco y esa época y, sinceramente, no es para menos.

Naranjo muchas veces ha contado que era tal el ajetreo de vida que llevaba solo basado en el trabajo, que una noche en un hotel se desveló y tuvo que bajar a recepción para preguntar dónde estaba, no sabía ni en qué parte del mundo se encontraba. Si hubiese continuado con ese ritmo, quizá el mundo de la música como a tantos grandes la habría devorado. Se bajó de los focos por un tiempo, se deshizo de personas tóxicas y como bien dijo: “empecé a aprender a vivir”.

Volvió a aparecer fugazmente en el año 2005 con una canción inédita «Enamorada de ti« (que por cierto, esta canción tiene una versión Chill out bellísima) dentro de un disco recopilatorio llamado «Colección privada«. Ese mismo año apareció en la gala «Rocío Siempre» haciendo un dueto con la ya muy enferma Rocío Jurado, muy amiga de Mónica donde las dos interpretaron la canción de la chipionera titulada «punto de partida«. La marcha de Rocío destrozó a Mónica pero un vacío que perdurará por siempre fue la repentina y voluntaria marcha hacia otro mundo de su querido hermano pequeño Enrique. «Un año para olvidar» dijo la catalana con raíces andaluzas en alguna entrevista.

Mónica desapareció por completo, no se supo nada de ella durante años, tuvo como una especie de animadversión hacia la música o todo lo que tuviera que ver con ella. Se mantuvo años alejada del estudio, ni siquiera escuchaba música, ni cantaba entre las paredes de casa. Hasta que apareció un ángel, su ángel y actualmente esposo Óscar Tarruella de la manita de un hijo que Mónica adoptó como suyo. Ambos le devolvieron las ganas de seguir adelante en muchos aspectos de su vida.

Volvió a coger el timón, se puso manos a la obra y en el año 2008 publicó un álbum de Rock/Gótico titulado «Tarántula» donde regresó dando el pistoletazo de salida en una gala de Operación Triunfo presentada por Jesús Vázquez dejando bocas abiertas con su tremenda reaparición interpretando el que sería el single del disco: «Europa» una canción con varias lecturas tremendamente subterráneas. Que para nosotros es, si no la mejor, una de las mejores de toda su carrera. Fue ahí donde nuevas generaciones se unieron al fenómeno Mónica Naranjo que había vuelto a resurgir.

Más tarde haría una gira apoteósica, pintoresca y políticamente incorrecta llamada «Stage» donde se dejó ver una Mónica que llevaba sangre roquera, hizo el disco como quiso y cuando quiso, a su ritmo, como a ella le gusta hacer las cosas, con disciplina pero sin imposiciones. El resultado: todo un éxito que algunos, todavía aferrados a «Las campanas del amor» no entendieron.

Muy poco tiempo después, en el año 2009 todo da un giro y de pasar del pelo cardado, “las peinetas” con el dedo, los inodoros dorados, los ojos completamente ahumados, los camafeos o el color negro, nos aprieta las tuercas y nos lleva al teatro con el ya nombrado «Adagio«, disco con algunas de las canciones del repertorio de su carrera que ella eligió transformándolas totalmente con orquesta sinfónica incluida. Cosa a resaltar son cuatro leitmotives que nos trasladan a las composiciones de Danny Elfman, compositor fetiche de algunos de los largometrajes más sonados de Tim Burton.

Recogidos en el cabello, vestidos ceñidos y de gala… y “voilá” todo un acierto de nuevo. Era un auténtico regalo entrar a los teatros clásicos, los cuales perfumaban con incienso, toda una escenografía muy cuidada y lo más importante: ella, su voz y esa inigualable forma de pisar los escenarios. Muchas veces fueron las que en más de un concierto de esta gira no pudo evitar emocionarse y emocionarnos hasta el punto de tener que parar para poder continuar y es que Adagio, era puro sentimiento, arte en su más bello esplendor. Resaltando los arreglos de canciones como «Óyeme» o «Empiezo a recordarte«. Todo esto con una pantalla donde los asistentes visionaban un cortometraje de la protagonista, una muñeca llamada «Alma» que pasa por varias etapas, «El despertar«, «La inocencia«, «La Soledad» y «El reencuentro«. Como ya es típico en Mónica, todas y cada una de sus giras esconden un laberinto al que hay que encontrarle la salida y el sentido.

Al llegar el año 2011 si ella tiene fama, (dicho también por ella) de no estar muy bien de la cabeza (lo cierto es que ningún artista de verdad lo está), aquí lo confirmó. A la señora Naranjo no se le ocurrió otra cosa que realizar una obra musical titulada «Madame Noir», donde por supuesto, ella era la protagonista. No sería la primera vez que la veríamos ejercer un papel, puesto que en la película «Marujas Asesinas» hizo una breve aparición ejerciendo de psiquiatra (qué paradoja ¿no?), también hizo un pequeño papel en la película dirigida por Santiago Segura, «Yo Puta«.

Y oye, no se le daba nada mal, la obra era en realidad una comedia basada en el cine negro de los años 50. Ella encarnaba el papel de la típica estrella inaguantable, egocéntrica, narcisista que ve cómo se van marchitando los aplausos y finalmente acaba abandonada por todos siendo las arrugas del paso del tiempo sus únicas compañeras de viaje. Aquí solo iba escoltada por un piano de cola como instrumento. También pudo quitarse una espina ya que no le permitieron versionar e incluir en su momento en «Minage» dos temas de Mina: «E penso a te» y «E poi«. Y cómo no, al tiempo no podía olvidarse de su público más cañero, fue ahí donde junto al mundialmente conocido DJ Brian Cross, realizaron dos canciones con bases electrónicas «Crying For Heaven» y «Dream Alive«.

En el año 2014 ya comenzó a estirar demasiado el péndulo, la cuerda y la rueca con eso de hacer juegos con sus canciones de toda la vida lanzando «Mónica Naranjo 4.0» donde algunos seguidores impacientes por escuchar un disco completamente inédito comentaban entre bromas que solo le faltaba hacer el desátame en versión bachata, pero claro, había que tener en cuenta que el despliegue y trabajo de Lubna tenía unos costes descomunales a los que había que hacer frente. Aquí se incluyó un tema inédito y bastante sobresaliente titulado «Make you Rock» también con tintes electrónicos.

Vamos, que no podemos decir que Mónica no sea de lo más completa, ¡si hasta los heavys la adoran y han versionado hasta la saciedad sus canciones!. Pero lo más importante es que Mónica aprendió a meterse en el juego, a saber separar una cosa de la otra, a la persona y al personaje, a ir con un pie por delante, a decir aquello de: “cuando tu vas yo he ido y he vuelto tres veces” a hacer y deshacer cómo y cuándo quiere, a decir lo que buenamente se le pasa por la cabeza, la diplomacia no va con ella. Ha llegado un punto que a sus cuarenta y dos años ya pasa de casi todo, menos del amor por la música y por su familia, sobre todo por ésta última ya que es el motor que realmente le da sentido a su vida.

Recibe tantos halagos como críticas, siempre tuvo a la gente dividida: o la aman o la odian pero lo que es innegable es que no deja indiferente a nadie. Ya sabemos el dicho: «Que hablen bien o mal de mí pero que hablen«, si a alguien le preguntas quién es Mónica Naranjo en este país un 95% sabría contestar, el 5% restante podrían ser algunos despistados vejetes que responderían: “Sí hombre, Naranjo, la que nos jodió las campanadas en el año 89). Bromas aparte, estamos seguros de que Mónica dejará un gran legado, porque ha sabido crear su propio sello, por haber conseguido ser ella misma, porque bodegones hay muchos y preciosos pero quien pasa a la historia es quien se sale de la norma establecida y crea una «persistencia de la memoria«. No, definitivamente, Mónica Naranjo no es ni mucho menos una cantante más.

Y ahora sí, puede decir alto y claro aquello de: «YO, VIVO EN LIBERTAT«.

Reseña realizada por Soco Cordente

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