Marilia y Nacho Vegas rinden homenaje a Victoria Parra
Marilia ha lanzado un nuevo single que lleva por título “Volver a los diecisiete”. En esta ocasión se trata de una versión de Violeta Parra que cuenta con la colaboración estelar de Nacho Vegas. El tema llega acompañado de un videoclip dirigido por el realizador venezolano Álvaro León. No es la primera vez que los dos artistas rinden tributo a la cantautora chilena, Marilia y Nacho Vegas ya interpretaron juntos la misma canción en directo el pasado mes de diciembre, en el concierto que Marilia ofreció en la Sala Santa Cecilia de Avilés, dentro de su gira «Infinito«.
El cantante asturiano ha declarado públicamente ser un ferviente admirador de la música de Violeta Parra. Cuatro años después de emocionar y conmocionar conciencias con su esplendida “Resituación”, Nacho Vegas se encuentra ultimando los detalles de un nuevo trabajo discográfico, que llevará por título «Violética«, en clara referencia a la artista chilena. El músico tiene además, abierto en sus redes sociales, un hilo homenaje sobre Violeta Parra: «Cantora del pueblo, del amor y de la libertad. Artista soberbia, rompedora, comunista, temperamental. Sentirla cantar es oírla sentir«, afirma.
Marilia probó las mieles del éxito como la mitad de uno de los dúos femeninos más famosos del pop español: Ella Baila Sola. Junto a la madrileña Marta Botía lograron vender cinco millones de discos, poniendo voz a la banda sonora de toda una generación con canciones como «Amores de Barra«, «Lo echamos a suertes«, «Cuando los sapos bailen flamenco» o «Cómo repartimos los amigos«, con las que llegaron al número 1 en todas las listas. En 2001 el dúo anunció su separación, poniendo fin a una relación musical de 5 años, emprendiendo ambas artistas caminos por separado.
Tras un primer álbum en solitario publicado en 2013, Marilia lanzó tres años después y a través de su propio sello, un disco «sin aditivos» que recorría 20 años de temas y de conquista de una voz propia. «Infinito» surgió de una gira acústica en la que el público hacía peticiones. El deseo de ilustrar lo que habían sido estos conciertos llevó a la madrileña de manera casi visceral al estudio de grabación. Con esos sencillos mimbres y una instrumentación mínima, que solo reúne su voz y su guitarra, se tomó «el lujo» de un día y medio, en vez de las dos horas de un concierto, para la grabación.