El alma rockera de Jesús Lara y su “Profeta Perezoso”
Jesús Lara tiene alma de rockero. Llega de Alcoy con vibrantes melodías, textos muy cuidados, estribillos luminosos y guitarras furiosas. Sin embargo, sus composiciones son tan personales que es difícil ponerle etiquetas a lo suyo. Porque Lara, un artista forjado en mil batallas y con cuatro discos ya a sus espaldas, utiliza todas las armas a su alcance para convertir vivencias en canciones arraigadas por los clásicos del género: mensajes directos, pasión, hondura, autenticidad y compromiso. Argumentos suficientes para convencer a los escépticos de que el rock es una manifestación que no tiene que ser necesariamente violenta, ni que viene a trastocar nuestra manera de vivir.
Hablar del alicantino sin contemplarlo bajo el eslogan de “yo me lo guiso, yo me lo como” es como hablar de la música africana sin aludir al ritmo. Su último trabajo “El Profeta Perezoso” es una buena prueba de ello. El disco ha sido compuesto, arreglado y grabado por él mismo, editado bajo su sello discográfico y mezclado en su propio estudio de grabación. Doce canciones que se encorsetan dentro del “Rock de autor” más confesional, un género a medio camino entre el cantautor de siempre y el rock clásico. Con influencias de lo más variopintas. Y es que, su profeta perezoso bebe del mejor Quique González, de Van Morrisson, de The Jayhawks, de Rufus Wainright, de Bob Dylan…
Abre el disco “Mil anysen huit flors“. El sonido de guitarras y la particular forma de cantar pertenecen a una vieja tradición del rock & roll, con mucha influencia británica y sintetizadores de carácter años 70. “El Cuento del Buen Ladrón” continua por la senda de canciones con el sabor de los Beatles más legendarios y añade preocupación a la hora de cuidar los textos, muy en consonancia con su nivel poético. “Nada Malo” vira hacia un rock más heterogéneo, elegante, con una producción cuidada al milímetro que va cediendo poco a poco peso a las guitarras, que suenan crudas y rotundas.
“Argila” es un breve interludio instrumental que da paso a “Vida Anterior“, un corte para emocionarse y bailar que cuenta con la colaboración de Luis Prado. El tema suena a rock & roll de los de siempre, tres acordes y letra lasciva, con el piano de solista y la batería marcando el ritmo. El punto de inflexión se llama “L’ Illa Verde“, que explora la música tradicional americana. Mitad folk, mitad rock, algo de country y mucha carretera. Y así atravesamos al ecuador del álbum, con el homónimo “El Profeta Perezoso“. Una obra más de ese rock sincero, sin complejos y sin trampas ni cartón, algo polvoriento, aunque no por ello exento de fuerza emotiva.
En “Redención” hay algo de triunfalismo, pero desde la óptica del que sigue teniendo marcadas las cicatrices, ésas que se ven cada día y que te recuerdan todo el sufrimiento pasado, que sigue ahí, a pesar de la superación y el esfuerzo. “La Oración del Cansado” se mueve en un registro que sube y baja con la soltura y la solvencia del que ha nacido marcado con el rock. “En el Amor y en la Guerra” recupera la calma, con arreglos delicados, bien colocados, que acentúan el tono vitalista del álbum. El disco se cierra con “Algún día no quedará nada de todo esto“. La sensación final es emotiva. Es el regusto de una propuesta musical interesante, con sello único.