Lydia Martín, “Nunca me ha dado miedo mostrarme vulnerable”
“La Noria” es el proyecto más ambicioso en la carrera musical de Lydia Martín. Un disco conceptual en el que la artista cartagenera va más allá de lo musical para introducirnos en un viaje a través las emociones. En esta entrevista nos cuenta todos los secretos que se esconden detrás de este álbum, al tiempo que hacemos un breve repaso a algunos de los momentos más destacados de su trayectoria.
Escucha la entrevista completa:
– El año pasado se cumplió el décimo aniversario de tu primer álbum, “Laberinto”. Si tuvieras que hacer un balance de lo vivido en todo este tiempo, ¿Cuál sería?
– El balance es muy positivo, pero sobre todo diría no perder nunca la ganas de seguir aprendiendo. Y sobre todo no tener prisa y hacer las cosas con calma, ya que si volviera atrás en el tiempo tal vez me plantearía las cosas de otra manera. Es algo que me ha costado cuatro discos aprender y ha sido gracias a “La Noria”.
– Diez años dan para mucho y una de las cosas que más ha cambiado en todo este tiempo es la forma en la que se consumen las canciones. ¿Cómo llevas esta inmediatez que hay ahora mismo, donde hay que sacar canciones cada muy poco tiempo para no perder el foco?
– Ha sido muy raro. Cuando salió “Laberinto” no tenía que trabajar en las redes sociales, saque el disco, vendí todas las copias, hacia mis conciertos… Y ahora en cambio, lo que menos importa es vender. Incluso hacer conciertos muchas veces tampoco es importante. Lo que más importa es el marketing, el posicionamiento, el no darlo todo de golpe sino ir pieza por pieza… Y en ese sentido me ha costado bastante adaptarme, pero creo que he conseguido mimetizarme mucho con el proceso y disfrutarlo.
– Tu último álbum salió en octubre del año pasado y lleva por título “La Noria”. ¿En qué dirías que has cambiado desde ese primer disco a este nuevo trabajo que vienes a presentar diez años después?
– Lo principal es el punto desde el que nacen las canciones. Cuando empiezas con once o doce años escribes sobre cualquier cosa que te pasa y ahora en cambio el punto de partida es totalmente diferente. No importa tanto lo externo sino los procesos que vivimos dentro y como gestionamos todas esas emociones.
– “La Noria” es un álbum conceptual que gira en torno a las emociones humanas, si tuvieras que describirlo con una sola palabra, ¿Cuál sería?
– Yo creo que armonía. Al final es la palabra más parecida al equilibrio, que es el punto que he intentado alcanzar dentro de tanto giro.
– Cuando la vida se convierte en un laberinto empiezas a caminar en círculos y si hay algo que se caracterice precisamente por su movimiento circular es una noria. ¿Están vinculados de alguna manera estos dos álbumes?
– Sí, hay una vinculación. “La Noria” es un cierre que se complementa con el capítulo 6. Lo que hace es renunciar al drama o a la ira, al enfado porque las cosas no salgan bien. Y ver que la salida es la aceptación, el darse cuenta que aunque las cosas parezcan muy duras con el paso del tiempo todo habrá tenido un sentido. Y tal vez esa es la conexión, el punto de salida de lo que yo creía que era el centro del mundo en “Laberinto”.
– En este disco apuestas por un nuevo sonido que dices es una evolución en tu trayectoria. ¿Qué diferencias vamos a encontrar a nivel musical entre este trabajo y los anteriores?
– La diferencia es abismal. El sonido es mucho más contundente, más comercial, más actualizado. Ha habido productores muy grandes detrás como Jordi Cristau, Emilio Esteban, Javier Desiderio o Raúl De Lara… y uno por uno han hecho que el sonido mejore. Es lo que yo llamo una evolución sin perder la la esencia, porque la esencia sigue estando ahí. También la madurez de las letras es totalmente diferente, está todo lleno de metáforas y no hay una canción que no tenga un doble sentido. Es decir, nada está hecho al azar y va mucho más allá de lo que se está contando. Y por último están los preludios, que son los que coronan el proyecto.
– Como hemos comentado al principio, las norias simbolizan los ciclos de la vida y tú has querido representar con ella los estados del duelo. ¿Por qué este concepto tan visceral?
– Aparte de ser cantante, compositora y periodista también soy especialista en inteligencia emocional y programación neurolingüística. Y en este trabajo quería ser yo en todas las disciplinas y buscar la manera para que todo esté unido en lo que más me gusta, la música. La narrativa me permitió la parte más periodística, es decir, el contar qué pasa antes de que nazca la canción. Y todas esas emociones como capítulos me permitían que la música se uniera a la gestión emocional. Creo que es necesario ahora mismo hablar en una sociedad en la que todo es tan frío. No importa tanto cómo te sientes sino lo que aparentas y yo he hecho ese viaje hacia dentro con las canciones.
– ¿Podríamos decir entonces que este disco ha sido compuesto a modo de catarsis y que ha sido hasta cierto punto una especie de terapia para ti?
– Lo es. Cuando me metí en “La Noria” no tenía aún todas las canciones del disco. Sólo tenía la primera, que cambió un poquito de cómo la compuse durante la pandemia. Y yo le dije a la vida que todo lo que me trajera a partir de ahí lo iba a convertir en música. Entonces se fueron sucediendo las cosas: el capítulo dos fue la muerte de mi abuela, yo no me imaginaba que una canción tan dura fuera a la vez musicalmente de las más atrayentes. Es un poco contradictorio… Y después, cosas de la vida, tuve una ruptura amorosa y ahí estaba la simbología de este cierre de 10 años.
Luego está “El miedo”, que la rescaté de una de las primeras canciones que compuse a guitarra, y “La alegría” vino por la necesidad de hacer algo más movido. Ha sido en general un proceso muy romántico, porque desde que nacen las canciones hasta que se publican pasan tres o cuatro meses y en esos tres o cuatro meses mi vida ya está en otro punto diferente. Era una manera de sanar todo lo que estaba sucediendo y efectivamente ha sido un viaje terapéutico. Sin duda ninguna.
– “Amor”, “Tristeza”, “Ira”, “Miedo” y “Alegría”, son los cinco capítulos que dan forma a este trabajo. ¿Cuál sería para ti de todos ellos el eje central sobre el que giran las canciones?
– El eje central es la noria. Es el punto de partida, empezar desde otro punto para vivir el proceso de duelo. Este proceso se inicia por muchísimos motivos pero su eje tenía que ser el amor. Ha sido la pieza fundamental de los tres discos anteriores y era un guiño de respeto a tantos años de música.
– “La Noria” muestra también la dualidad del amor, contrastando el miedo frente a las ganas de vivir. ¿En cuál de los dos lados te identificarías más, eres de guiarte por el corazón a pesar de las consecuencias o de no dejarte llevar por miedo a sentir?
– De guiarme por el corazón, aunque lo estoy intentando cambiar. Esa dualidad que plasma “La Noria” es justo mi guerra interna: dejarme llevar por el fuego antes que por el hielo. Y para mí el amor es eso. Es como decir… tu intenta bloquear lo que quieras que tus vísceras van a ir por adelante y te vas a lanzar.
– A cada uno de los cinco capítulos los representa un elemento. El fuego es el primero y simboliza la química, ese chispazo que nos hace dejar la mente a un lado para sentir. A la hora de componer, ¿ser tan pasional es una ventaja, ya que saca tu lado más sincero, o una desventaja al mostrar al mundo todas tus vulnerabilidades?
– Nunca me ha dado miedo mostrarme vulnerable con la música. En el resto de aspectos sí. Creo que tenemos un escudo, de hecho el capítulo 4 hace alusión a “El grito” de Edvard Munch y a cómo mostrar nuestra sensibilidad. Ahí fue la desnudez total. Decir “yo soy esto… y hasta ahora no lo había dicho pero soy sensible, no soy tan fuerte como parece y no tengo una armadura puesta”. En este sentido ser sensible me permite meterme en mi parte más humana y si eso no estuviera creo que no habría creado ni un 10% de las canciones que he hecho.
– ¿Por qué has querido trabajar con gente distinta para cada una de las canciones?
– Porque quería aprender y experimentar, salir de mi zona de confort. Y trabajar con diferentes personas y nombres tan grandes era también ponerme a prueba. Luego unificarlo todo y que tuviera coherencia musical ha sido posible por un máster en común de Antonio de Eriatarka. “La Noria” fue el punto de referencia y a partir de ahí trabajamos los sonidos. Yo de cada productor he aprendido algo, he intentado ser una esponja y absorberlo todo para luego poder aplicarlo en mi carrera.
– A veces nos vence el fuego y nos reducimos a cenizas. Y ahí es dónde entra el segundo elemento, el hielo, que es el que hace que nos aislemos de todo con tal de no pasarlo mal. A lo largo de toda tu trayectoria, ¿hay algo que hayas dejado de hacer por miedo a que las cosas no salgan bien?
– Sí, en el mundo de la música hay muchas veces que no te lanzas. Sólo el hecho de alquilar una sala para hacer un concierto ya te da miedo. Nunca sabes que va a pasar y ha habido muchas veces que podría haber actuado en una sala más grande pero no me he atrevido por esa ansiedad de vender entradas. En general soy una persona que cuando tengo una meta y me la quiero jugar suelo cerrar los ojos y tirar para adelante. No soy una persona que suela vivir con miedo ni que se bloquee, aunque en lo emocional todos necesitamos una pausa. Han pasado cinco años desde “Mundos Aparte” hasta “La Noria” y esos cinco años podemos decir que han sido de hielo puro.
– ¿Y cuál dirías que es el vértigo que te da más miedo de afrontar, personal o profesionalmente?
– Me da pánico quedarme estancada. Me gusta avanzar y es una una ambición sana a día de hoy, aunque me ha costado. Ese creo que es el mayor miedo y a la vez el mayor reto es sentirme feliz con lo que hago. Saber que no estoy en el mismo punto que hace diez años, sino que hay unos pasitos hacia adelante que están dando su resultado.
– La protagonista de La Noria huye de algo que la persigue y ese algo no es otra cosa que “Cupido”, el tercer elemento, un personaje mitológico que dispara cuando menos te lo esperas. ¿Tiene tu corazón muchas cicatrices por culpa de la mala puntería de Cupido?
– Por la mala puntería de Cupido y las malas indicaciones que le he dado yo para que dispare, así que no le puedo echar la culpa. Pero sí, hay muchas cicatrices y en las canciones se plasma, creo que con escuchar mi música se sabe que el dolor emocional ha estado muy presente todo este tiempo.
– Esta canción simboliza la ira que nos producen todas esas heridas que llevamos dentro y que muchas veces nos impiden avanzar, ¿para cicatrizar las heridas del pasado qué dirías que es más importante, saber perdonar a los demás o saber perdonarte a ti mismo?
– A ti mismo. A los demás a lo mejor no tienes ni la oportunidad de hablar con ellos. Yo creo que el proceso parte de dentro… perdonarte tú por haber elegido mal y no por haberle hecho a Cupido disparar ahí cuando sabías que ese no era el sitio. Hay que empezar por eso. Y es lo más difícil, perdonarse a uno es un reto enorme.
– La huida del amor es el cuarto elemento, ¿Cómo se consigue salir de una espiral autodestructiva cuando los pensamientos nos van desgastando por dentro?
– Hay que empezar a controlar el pensamiento. Tenemos una parte que es creada y otra que es automática. Una de las frases que más odio del mundo es “no pienses tanto”. Es imposible no pensar, pero ese pensamiento hay que gestionarlo y controlarlo, porque al final nos va a autosabotear. Y en el amor el autosaboteo es algo que nos va machacando sin darnos cuenta y a veces incluso parte de la propia elección.
– Para un artista, ¿es la música el mejor bálsamo para visibilizar todo aquello que le atormenta?
– Sí, porque cuando te encierras con una guitarra a escribir una canción estás permitiendo que algo de dentro te hable. En mi caso al escucharlo lloro y pienso esto estaba ahí en mí y no lo estaba viendo.
– Cupido ha ganado la partida y aparece el último elemento, las mariposas, que llenan otra vez de color toda esa oscuridad que nos dejaba el miedo. A la hora de poner tus sentimientos en forma de canción, ¿Qué dirías que es más fácil, hablar desde el dolor o desde el corazón?
– Desde el dolor del corazón. Tenía una compañera de universidad que decía que “el alma es lo que te duele cuando el cuerpo no te puede doler más” y esa frase se me clavó. Mis canciones están escritas desde ese alma.
– Hace poco más de una semana publicaste un nuevo tema junto a Salva Ortega que lleva por título “Ojalá”. ¿Cómo surge esta colaboración?, ¿en qué momento se unen vuestros caminos?
– Cuando mandé a imprimir los discos y ya se había validado el pedido apareció la canción. Es algo que me pasa siempre. Al quedarse fuera aunque estuviera vinculada a “La Noria” y ser una historia de guerra entre el corazón y la razón pensé en una colaboración. Una voz masculina que contara una parte concreta de la historia (no toda la canción) podía quedar bien y con Salva tenía muchos amigos en común. Además, habíamos coincidido en radios y eventos, así que le tiré los trastos musicalmente hablando y accedió.
– Al publicar el primer capítulo dijiste que La Noria giraba para dar respuesta a muchas preguntas. Una vez terminado el disco, ¿Cuáles se han respondido y cuáles quedan pendientes de resolver?
– A veces la necesidad de dejar pasar el tiempo haciendo cosas productivas y eso de que el tiempo da respuestas a las mayores preguntas no es cierto. En estos casi dos años una de ellas es decir “confía y trabaja”. Sobre todo te das cuenta que los proyectos dependen de como tú los quieras plantear. Yo por ejemplo he aprendido a soltar el éxito basado en lo de fuera y he aprendido a darme respuestas a mí misma: decirme “lo estás aprendiendo, lo estás haciendo bien, te sientes bien”. Eso realmente es lo que importa.
– ¿En algún momento has deseado que la vida fuera una noria de verdad para poder parar el tiempo y volver a otra etapa anterior?
– Sí. Las norias giran en los dos sentidos, lo que pasa es que hay que ir siempre hacia adelante. Yo sigo creyendo que todos los procesos son circulares y que nos vuelven a pasar cosas que ya hemos vivido antes. En ese sentido a veces te gustaría parar el tiempo, pero tanto para los momentos buenos para que se queden ahí… como para rebobinar un poquito y tomarte las cosas de otra manera.
– En 2021 publicaste un libro que lleva por título “Puzle”, que habla precisamente de apreciar las cosas pequeñas y de cómo la vida te puede cambiar de un día para otro. ¿Qué te parece más fácil, contar una historia en tercera persona o hablar de tu vida y de ti en tus canciones?
– Al no ponerte en primera persona escribes algo que quieres contar como si fuera ajeno a ti. Te permite meterle más imaginación y no tienes que ser tan fiel a la historia que estás contando. En cambio cuando cantas en primera persona tienes que respetar la realidad y la idea con la que nace la canción.
– Mirando hacia un futuro más lejano, ¿Qué proyectos tienes en mente para este año?
– Cerrar la gira. “La Noria” necesita un cierre, el cierre es “Ojalá” y el cierre es ya. A partir de ahí, en septiembre viene un cambio de estilo. Aunque los cambios grandes vendrán para 2025. El año que viene va a ser el año de cumplir sueños y hacer que mi música no solo se quede en la Región de Murcia, en Madrid o en España… sino que traspase fronteras y se abra el mundo de una manera que no lo ha hecho hasta ahora.
– Muchas gracias Lydia por querer estar hoy aquí con nosotros. Te deseamos toda la suerte del mundo en esta nueva etapa. ¿Algo que te haya faltado por decir y quieras añadir?
– Sí, las redes sociales. Pueden descubrir mi música tanto en Youtube como en Instagram y Facebook. Que se metan en “La Noria”, que dediquen 20 minutos un día a escuchar una por una las canciones, a ver esos videoclips y que se permitan sentir todo lo que quieran sentir, porque seguro que estas historias le van a decir algo.