Descubre la sensibilidad y dulzura de Moriana
Madrileña de corazón andaluz, lleva el flamenco metido en el cuerpo, y el duende acariciando sus cuerdas vocales. Pero, además, su juventud y frescura la han llevado a continuar una ruta que ya otros artistas se han atrevido a trazar desde hace tiempo: combinar sin miedos el pop con el estilo de su corazón.
Dicen, que un libro a veces supone un viaje. Pero poco se habla de la expedición por lugares y sentimientos que implica bucear entre canciones. Y, al igual que en la literatura, en la música hay pinceladas de emociones de quien compone e interpreta. Rocío González (Moriana), con su dulzura, nos ofrece la posibilidad de conocer matices que enriquecen y transportan a otros lugares. Un viaje que desemboca en un trabajo elaborado, con un aroma fresco y revitalizado, pero que fluye por la parábola de sentimientos que evocan sus raíces.
Moriana lleva muchos años buscando un lugar en el universo musical. Desde muy pequeña, comenzó su andadura en el mundo de la música. Coros rocieros, grupos de pop, orquestas-espectáculo, forman la parte de la carrera de esta cantante que ahora, se lanza de cabeza a mostrar su música en solitario. Una amalgama de sentimientos reales con olor a sur, dejando cada poro en las melodías, temas de composición propia cuyo único objetivo es emocionar al oyente.
Su primer trabajo en solitario lleva de título «Por Dentro«. El álbum, producido por Luis Robisco, explota toda su ternura. El tratamiento dado a las canciones es de una gran vitalidad y profundo sentimiento, siempre dejando relucir la parte más intima de la artista. A nivel sonoro, el disco tiene un tono optimista pero con melancolía, lleno de calidez, donde brilla una radiante sensibilidad pop trenzada con raíces flamencas. Un repertorio donde vierte además todas sus experiencias vitales en un malabarismo creativo sin fisuras.
Moriana ha nacido para expresar, para transmitir y para hacer más fácil la comprensión de las emociones a través de sus letras. Los dos primeros sencillos extraídos del álbum, «Miedo al beso» y «Tienes un no se qué» son un claro reflejo de ello. Las canciones ofrecen un paisaje donde la imaginación poética y artística se cruzan. Los mundos del flamenco y el pop no solamente se atraen, sino que se encuentran y juegan a explorarse, unen fuerzas y se retroalimentan en perfecta armonía. Sangre andaluza bajo un prisma pop. Sin olvidar su esencia. Y es que la artista viene de una casa con mucho arte, con su terraza llena de claveles, macetas repletas de colores y trajes de flamenca allá por donde mires. Raro sería que no le hubiera calado por las venas.
Ole y ole el flamenquito bueno.