«Patrón Chocolate», el último baile de La Vieja Morla
La Vieja Morla cierra un ciclo y vuelve a sus orígenes. Los canarios sorprendían hace unos meses anunciando su regreso a los escenarios con una imagen renovada, un nuevo nombre para la banda y un cambio de registro que pretende llevar la esencia del grupo de vuelta a sus raíces rock y funky.
Aunque antes de la transformación han querido homenajear a todos sus seguidores con una canción de despedida. «Patrón Chocolate» como se llama el tema, es un medio tiempo de corte metafórico que habla del regreso a casa. La Vieja Morla echa amarras para quedarse y quiere volver a cruzar el mar todos los días.
«Siempre nos hemos sentido en deuda con todos aquellos que desgarraron sus gargantas en cada concierto volviéndose locos de alegría, reconociéndonos, abrazándonos siempre desde el principio. Ustedes son la marca de estos de cuatro músicos Tinerfeños, una marca imborrable en el pecho, una marcha que nunca se olvida, crecimos juntos, y de alguna manera esta canción simboliza todo aquello.» explica la banda en un comunicado hecho a través de redes sociales.
Con un nombre elegido de forma cómico-nostálgica e inspirado en el personaje mítico y sabio de la novela de Michael Ende «La Historia Interminable”, la Vieja Morla echa a andar a finales de 2005 en Tenerife, cuando Jesús Arteaga (voz y guitarra) y Oliver Guerrero (batería) abandonan su formación anterior (Arvona) con la que habían desarrollado un repertorio y estilo propio a lo largo de sus más de cinco años de vida y deciden comenzar un nuevo proyecto junto a Adrián Arvelo (bajo).
La creación de este nuevo grupo no tiene más motivo que la necesidad de expandirse musicalmente y afrontar nuevos proyectos y horizontes con la música que realmente les llena y les divierte. Tras varios guitarristas, en 2010 se incorpora la pieza que completaría el puzzle, Álvaro Calero (guitarra solista).
La banda basa su estilo en la diversión y la frescura. Las letras hablan de momentos de la vida cotidiana, experiencias personales, estados de ánimo, deseos. Son invitaciones a sonreír con manifiestos de experiencias a través de las palabras. Las canciones son pegadizas y fáciles de cantar, y eso, unido a la habilidad del grupo para llevar al público a su terreno, marcan el inicio de una trayectoria de largo recorrido.
En 2006 graban su primera maqueta compuesta por seis temas que rozan lo exquisito. Dos años después sale a la luz su primer álbum de larga duración “Y yo con estos pelos…”. La facilidad de los tinerfeños para hacer canciones de impacto deja a la crítica anonadada. En los once cortes no queda hueco ni para el relleno ni para los temas prescindibles. Incluso el grupo se permite lujos como destacar en su estreno discográfico varios temas mejores que el primer single. La Vieja Morla deja clara su querencia estilística con este disco. Hay furia en su propuesta, guitarras sobrecargadas de distorsión y una potencia en la base rítmica que muchas veces está cerca de caer en el metal más contundente y adicto al doble bombo.
“Once Días”, es el último trabajo de la banda, donde se puede apreciar un cambio de estilo en cuanto a sonidos y melodías, con temas mucho mas maduros y llenos de pinceladas a sus vivencias en los últimos años. El álbum supone un punto de inflexión que lleva al cuarteto a la excelencia. La Vieja Morla dejan atrás los ritmos latinos y se sumergen en el pop más fresco y pegadizo con melodías que recuerdan a Sidonie o Miss Caffeina y con una pincelada de Muse en alguna de sus canciones.