Tino Casal, 25 años del fallecimiento de un artista único

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Tino Casal, 25 años del fallecimiento de un artista único

Se cumplen 25 años del fallecimiento de Tino Casal, uno de los artistas españoles más extravagantes del siglo XX. Su figura va más allá de lo musical. Tino era mucho más que un cantante vestido de forma estrafalaria, era un artista polifacético, una especie de maestro adelantado a su tiempo. Un hombre del renacimiento que nos regaló su obra en ámbitos tan dispares como la pintura, la decoración, la moda, y por encima de todo, en la música.

En muchas ocasiones se le ha cubierto con un manto de frivolidad, quedándose solo en lo superficial y anecdótico, lo que ha provocado que su legado se diluya en el tiempo… Aunque muchos de sus temas siguen de rabiosa actualidad aún 25 años después de su muerte y, si profundizamos más allá de sus grandes éxitos, descubrimos letras profundas, sensibilidad y el marcado carácter visionario de un artista con un talento innato.

Su vida se apagó la noche del 22 de Septiembre de 1991. Fue al amanecer. Tino salía de una discoteca con tres amigos, camino cada uno de su casa, en un Opel Corsa cuyo conductor, en un descuido, chocó contra una farola, en las inmediaciones del madrileño Puente de los Franceses, apenas a cinco kilómetros del centro de la capital. Todos resultaron ilesos menos quien ocupaba el asiento del copiloto, Tino Casal, que falleció prácticamente en el acto al no llevar puesto el cinturón de seguridad. El informe médico determinó su muerte como “rotura del músculo cardíaco causada por una de sus propias costillas”. El asturiano contaba en aquel momento con tan sólo cuarenta y un años.

La noticia de su deceso causó gran conmoción. El productor musical, periodista y amigo personal de Tino Casal, Julián Ruiz, declaró al conocer la noticia de su muerte: “Sabía que no iba a llegar a viejo. Estábamos preparando un disco coincidiendo con el cambio de sello discográfico y estaba muy ilusionado por grabarlo en Japón. Quería hacer una nueva versión de Embrujada. Era un gran artista“.

Tino comenzó su carrera musical en Oviedo, a los trece años de edad, en un grupo llamado Los Zafiros Negros. En 1967 pasó a formar parte de Los Archiduques, sustituyendo al cantante principal por enfermedad. Con este grupo basado en armonías vocales, que en el ámbito regional le reportó cierta fama y experiencia, grabó tres singles, discos de pequeño formato que (como era usual entonces) contenían dos canciones, una por cada cara. Tras este folclore psicodélico se separó y decidió marcharse a vivir a Londres para cultivar otra de sus facetas, la pintura. En la capital británica tuvo su primer contacto con la corriente del “glam rock”, liderada por David Bowie, Marc Bolan, Gary Glitter y más tarde Roxy Music o Billy Idol.

En 1977 regresa a España para firmar un contrato con la discográfica Philips, empeñada de hacer de él un cantante melodramático. El sello buscaba al sustituto de otros cantantes melódicos desaparecidos como Nino Bravo o Bruno Lomas. Tino edita con la compañía dos sencillos de discreta acogida y en los que aún no se aprecia su sello personal: “Olvidar, Recordar“/”Dam, Dam” y “Emborráchate“/”Besos, Caricias“. En esos años se presenta a diversos festivales de música como el Festival de Benidorm donde queda en segundo lugar con la canción “Emborráchate”.

Tras romper con su sello, vuelve a volcarse en la pintura hasta que en 1980 regresa produciendo los trabajos de grupos como Goma de Mascar o el primer grupo de heavy metal en España, Obús. Interesados por su trabajo, la discográfica EMI le contrata en 1981. Con el nuevo contrato, con el que cultivó una imagen de nuevo romántico, obtiene una mayor libertad a la hora de trabajar, por lo que retoma su carrera como cantante poblando el escenario de sintetizadores, baterías electrónicas y diseños ‘kitsch’. Así, publica su primer disco en solitario, “Neocasal“, con grandes éxitos como “Champú de Huevo” (su primer número 1) o “Billy Boy“.

A pesar de que el trabajo no contó con el visto bueno de la crítica (el disco no tuvo tanta repercusión como el single debut “Champú de Huevo”), Casal comenzó a cosechar seguidores y a colaborar con artistas como Pedro Almodóvar, al que financió parte de las películas “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” y “Laberinto de pasiones“. En esta última película cedió además algunos elementos icónicos, como su chaqueta roja, que en la cinta lleva puesta Imanol Arias.

En 1983 Tino Casal publica “Etiqueta Negra“, con el que se consolida como cantante, con éxitos como “Embrujada“, un tema que alcanzó lo más alto de las listas, o “Póker para un perdedor“. Esta será la primera ocasión en la que cuenta con el teclista y arreglista Javier Losada, quien, a partir de ese momento, se convierte en su músico de confianza en el estudio de grabación, y con el que lograría la mayor parte de sus éxitos. El disco logra una gran acogida y el artista decide reeditarlo posteriormente con nuevos temas. Además, el primer single, supuso el primer videoclip moderno de nuestro país, con una “mini-película” que no desmerece a la canción.

Un año después lanza “Hielo Rojo“, del que se extrae su sencillo “Pánico en el edén“, canción que obtuvo enorme resonancia por su uso en las transmisiones televisivas de la Vuelta ciclista a España. El disco mantenía la línea del anterior con joyas electrónicas y baladas magistrales. Así, Casal continúa realizando actuaciones y colaboraciones hasta que en 1985 sufre un esguince en medio de un concierto. Desoyendo los consejos médicos, prosigue durante dos meses más con la gira, con tozudez, auto medicándose con anti-inflamatorios y analgésicos hasta que tiene que ser hospitalizado al borde de la muerte por causa de una necrosis. La larga convalecencia le obligó a permanecer en silla de ruedas durante varios meses.

Tino Casal regresaría en 1987 con un nuevo álbum grabado en los Estudios Doublewtronics de Madrid. Dicho trabajo, “Lágrimas de cocodrilo“, cuenta con distintas versiones de otros grupos junto a canciones suyas. Su mayor éxito fue la versión orquestal del tema “Eloise” (un clásico de 1968 cantado por Barry Ryan), que llegó a ser número 1 en Los 40 Principales y se convirtió en su tema más emblemático. Este álbum fue el segundo más vendido en España en 1988, sólo por detrás de “Descanso dominical” de Mecano. Las labores de producción del asturiano sin duda llegan a su punto más alto en este periodo donde también muestra todo su repertorio visual. Un exceso a todos los niveles que redujo su imagen exterior a la de “bicho raro”.

Su último disco en vida, “Histeria“, fue lanzado en 1989. Estaba compuesto en su mayoría por versiones revisadas de temas de los años 70. Tras este lanzamiento, Casal se dedicó en sus últimos años a la pintura y la escultura. Preparaba el lanzamiento de su nuevo disco en 1992, con la intención de grabarlo en Tokio. Al año siguiente de su muerte apareció el recopilatorio “Etiqueta Negra: Grandes Éxitos“. Años más tarde sería homenajeado por artistas como Alaska, Marta Sánchez, Despistaos o Stravaganzza, entre otros.

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