“El Planeta Imaginario” conquista Madrid

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Foto: Javier Bragado

“El Planeta Imaginario” conquista Madrid

Hacía varios días que se había colgado el cartel de “no hay entradas” para los dos conciertos que La Oreja de Van Gogh tenía programados este fin de semana en La Riviera. La expectación por volver a ver y escuchar a la banda donostiarra en Madrid era enorme y el ambiente de la sala en las horas previas era inmejorable. Como era de esperar, el concierto dio un especial protagonismo al nuevo álbum, “El planeta imaginario“, que sonó casi por completo intercalando a lo largo de la noche, los grandes éxitos de la formación (tan solo faltaron por sonar de este último trabajo: “Tan Guapa“, “Siempre“, “Mi Pequeño Gran Valiente” e “Intocables“).

Si algo quedó claro durante las dos horas y cuarto que duró el espectáculo es que La Oreja de Van Gogh tiene un bagaje de 20 años de éxitos a sus espaldas por méritos propios. Los de Donosti saben cautivar al público como nadie. Sus letras envolventes y el sonido limpio e intenso que transmiten en el directo evocan sensaciones de todos los colores. Sin más ambiciones que las de expresar lo mucho que llevan dentro. Sin colorantes, ni aditivos, ni fuegos de artificio. Porque con la voz y los sentimientos es mucho más que suficiente para ganarse al público madrileño en una noche marcada como inolvidable.

El escenario, cuidado al más mínimo detalle, representaba un trocito de su local de ensayo, tal y como relataba la propia vocalista más tarde en una de las canciones. Así, rodeados de múltiples lámparas hogareñas, cuadros, alfombras de salón, mesitas de noche y hasta una bola del mundo, subían Leire, Xabi, Haritz, Álvaro y Pablo inundando el ambiente de aplausos y emoción mientras de fondo, sonaban las primeras notas de la probablemente, canción más emotiva de su último trabajo, “Estoy Contigo“. Un tema que refleja un hecho de lo más cotidiano, por desgracia, como es el Alzheimer, y que se ha convertido en la pieza de apertura perfecta para todos los conciertos de la gira.

La actuación empezó con una puntualidad exquisita, digna del más puro estilo británico. Algo de agradecer en los tiempos que corren. Desde abajo, apenas se podía distinguir a los cinco componentes de la banda, envueltos como estaban en un espectacular juego de luces que enfatizaba toda la potencia de un tema que iba subiendo poco a poco de intensidad, preparado especialmente para el directo. Y tan solo bastaron dos canciones más para poner a la emblemática sala madrileña en pie. “El Último Vals” y “Cuídate” hicieron las delicias de todos los asistentes, un público de todas las edades que no paraba de saltar y bailar ante el sonido enérgico de dos de los buques insignia de la banda.

La especial cercanía y calor del público donostiarra que el grupo siempre destaca, se volvió a poner en evidencia en un ambiente especialmente familiar y de gran complicidad. No faltaron desde el comienzo canciones tan emblemáticas como “20 de Enero“. La banda, con una capacidad innata para emocionar, hace brillar a todos y cada uno de los personajes que plasman en sus canciones. Y aquí, los protagonistas de ese melancólico encuentro que narra la letra parecían cobrar vida bajo la fuerza y sensibilidad melódica de la voz de Leire. Por cosas así, uno se da cuenta que no hacen falta grandes despliegues técnicos para conseguir un espectáculo musical que traspase a todo el mundo, cale hondo, y cree la simbiosis perfecta de emoción entre público y grupo.

Ataviada con un look muy roquero y desenfadado, la de Rentería demostró su maestría con la pandereta para acompañar los ritmos de “Cuando menos lo merezca” con destreza y elegancia. Justo antes de que el quinteto volviera a derrochar toda su potencia y actitud en un ejercicio sano de nostalgia, al sonar los acordes de otro de sus himnos, “París“. Está claro que la capital europea saca el lado más romántico de los artistas y la sala madrileña pareció contagiarse de ese halo de magia y sensibilidad que envuelve a la ciudad francesa para volver a subir los decibelios de un público entregado.

De ese universo mágico salió uno de los momentos más intensos y aplaudidos del concierto, poco antes de que llegara la parte acústica del directo. En la canción “Europa VII“, que habla de un astronauta enviado al espacio en una nave espacial, Xabi, que si bien no tuvo su esperado protagonismo de “Tan Guapa”, demostró que domina las notas musicales como nadie e hizo vibrar al respetable con un solo de Theremin, ese curioso aparato que suena al acercar o alejar las manos de sus antenas sin llegar a tocarlas. El instrumento aportó un toque dramático y misterioso al concierto que generó gran expectación.

Con esa sensibilidad llena de matices de la que hace gala, Leire mantuvo intacta la mezcla de nostalgia que provocan los éxitos del pasado con la vitalidad de los temas nuevos de “El Planeta Imaginario”, intercalando los ritmos latinos de “Camino de tu corazón” con la ya clásica balada “Rosas” y el enérgico “Diciembre“, segundo single del nuevo álbum que volvió a desatar las ganas de bailar. Una ciclotimia de compases plenos de vitalidad, acompañada por los movimientos de la cantante sobre el escenario, que recorría las tablas de un lado a otro como si le faltase espacio para dilapidar su volcánica energía.

Tras soltar tanta adrenalina sobre el escenario tocaba un breve descanso. Y así llegamos a la parte acústica del concierto, donde la voz de Leire demostró, una vez más, que no tiene límites en su capacidad para emocionar. La Oreja de Van Gogh salió de la crisálida que había formado con las canciones más potentes y empezó a desgranar y recuperar la esencia de sus canciones al desnudo, rebosantes de sensibilidad y frescura por los cuatro costados. Las composiciones más reposadas empezaron con “Esa Chica“, a la que siguieron “Mi Vida Sin Ti“, “El 28“, “María” (con Pablo marcando el ritmo en el ukelele), “Deseos de cosas imposibles” y “Tú no vales más que yo“, tema que la solista desgarró con una sublime interpretación de esta reivindicación sobre el maltrato a la mujer.

Poco duró la tranquilidad. El tiempo que tardó “Muñeca de trapo” en salir a escena. Aún con algunos problemas técnicos de Xabi, que hacía gestos ostensibles de que algo no funcionaba bien en el teclado, el concierto encaraba su vibrante recta final y los donostiarras volvían a encender al público con su directo arrollador. El tema servía además para demostrar que el maestro de San Sebastián tiene tantas tablas como talento y supo reaccionar de sus problemas al teclado para cambiarse de instrumento y subirse en el piano justo a tiempo antes de llegar al solo. Solvencia e improvisación sin duda muy reseñable.

Leire ya empezaba a despedirse desde la tarima pero aún quedaban minutos emocionantes por llegar, como los de “El Primer Día del Resto de Mi Vida” o “Verano“. El esperado primer single de “El Planeta Imaginario” conformó otro de los momentos más épicos del concierto, continuando el derroche de talento hasta el final. La química que muestran los cinco amigos en el escenario es más que evidente y da igual que fuera una de las noches más frías del año. Bastaba un cruce de miradas entre ellos para transportarnos al verano más maravilloso, con ese sonido futurista pero que se remonta, una vez más, a sus orígenes melancólicos, de íntimas y tímidas melodías. Un tema fuertemente evocador, acompañado de una destacable ejecución que firmaba el epilogo idóneo del concierto.

Los componentes de La Oreja de Van Gogh se marcharon del escenario, pero todavía quedaba concierto por delante. El regreso de Leire al escenario, con cambio de vestuario incluido, fue para interpretar “Jueves“, acompañada al piano por Xabi. Un tema que se escuchó en un atronador silencio y que recordaba a las víctimas de los atentados del 11-M. Y por si algún nostálgico sigue pensando que Madrid no tiene playa, La Oreja de Van Gogh puso su granito de arena recordando con añoranza la suya de La Concha, con ese in-crescendo medio contenido del estribillo que nos sigue recordando 17 años después, porqué “La Playa” sigue siendo la canción más bonita del mundo.

El broche final lo pusieron “Pálida Luna“, interpretada al más puro estilo de los 90 y “La Niña Que Llora En Tus Fiestas“, con la percusión de Haritz Garde retumbando en cada rincón de la sala. El tema, bordado en directo, puso la guinda a un concierto realmente espectacular. Aún quedaba un segundo bis, en el que interpretaron “Cometas por el cielo” e hicieron frente al desamor de “Puedes Contar Conmigo“, el mejor fin de fiesta para un concierto en Invierno en la capital. No sin antes agradecer Leire con unas bonitas palabras a todo el equipo técnico de la sala y al público en general.

Justo al terminar el concierto, La Oreja de Van Gogh se quedó a saludar a los seguidores que se habían congregado a pie de escenario. Y con todo el público aplaudiendo, los cinco componentes se fundieron en un emotivo abrazo mientras sonaba el “Give a Little Bit” de Supertramp. Un digno final para una noche memorable.

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