La Pegatina está preparada para el «ahora o nunca»
De vez en cuando uno es capaz de orquestar con éxito su propia revolución personal como le ha pasado a La Pegatina en su nuevo trabajo “Ahora o Nunca”. La banda catalana cumple 15 años sobre los escenarios con un disco que refleja la actitud heterodoxa y enérgica de la banda. Un álbum concebido desde la matriz de la banda, macerado junto al mejor aliado posible, el productor Rafa Arcaute. Además cuenta con cinco colaboraciones de lujo: Macaco, Rozalén, Los Caligaris, Will and the People y Eva Amaral. Y a sus espaldas más de 1000 conciertos, repartidos por 30 países de todo el globo.
El cóctel de modernidad, frescura, improvisación, unido a sus 15 años al pie del cañón y siete discos, dan como resultado un sexto álbum de estudio rico en matices y tiempos. El grupo abre nuevos horizontes sonoros sin perder a nadie por el camino. Pero empecemos por el principio: el día en el que todo cambió. Después de ponerse reivindicativos en «Revulsiu» y de crecer gracias a esa gran academia de aprendizaje que supuso el proyecto de La Gran Pegatina, iniciaron pequeñas batallas internas previas a la guerra final. El libro «Siddhartha» de Hermann Hesse, sobre un joven hindú en busca de su derrotero vital, estaba sobre la mesa.
“Siddhartha» significa «aquel que alcanzó sus objetivos». En “Ahora o Nunca” el grupo materializa sueños, la revolución interior sale al exterior. Esa primera inquietud existencial aparece condensada en sus nuevas letras: deseos de cambio interior, de contemplar la vida desde la tranquilidad, la diversión, volver a los orígenes sepultados por el ajetreo de la sociedad actual. Necesidades vitales plasmadas en canciones como «Ahora o Nunca«, un ciclón con aires balcánicos junto a Macaco sobre la pérdida de la esencia de las ciudades, la furia contra la farsa. O en «Eh! Madame«, un himno en catalán: el suelo me está quemando, el ritmo ya me está elevando.
El segundo salto pasa por el sonido y la producción a cargo de Rafa Arcaute. Alejado del universo “pegatina” ha leído entre líneas, extraído todas sus voces y multiplicado los encantos de su personal materia prima. La rumba o el ska desaparecen como tal por primera vez en la trayectoria de la banda o se difuminan con otros géneros como sucede en «Son que son» que juega alternativamente con el country, el folk, rock, los ritmos latinos o africanos. Ya eran los reyes de lo alternativo, nunca dejarán de serlo. Sin embargo, ahora acceden a un baile más heterogéneo, completo, radiable y global. La Pegatina se expande libre, aterriza en distintas dimensiones de aeropuertos internacionales.
Este álbum es un escenario donde entramos todos. Destacan las bases cargadas de texturas, trompetas, coros, programaciones. Una radiografía moderna: la ves desde lejos, te gusta, pero no logras identificar todos los elementos en su totalidad. Cuando te acercas en cada escucha sí, reconoces la esencia de siempre reforzada con nuevos riffs de guitarras, la mandolina, la trompeta, el acordeón, un amplio abanico de percusiones como el xilófono y potentes arreglos de viento. Sucede así en el alegato colectivo «Stand and Fight» junto a los británicos Will and the People, una canción tabernera en inglés con espíritu celta que esconde una gralla disfrazada de banda de gaitas.
Los temas resultan en muchos momentos épicos como en un «Solo yo» sin estribillos sobre el egoísmo en las relaciones de pareja, mágicos como la emotiva «La Tempestad» con una Eva Amaral hasta rapeada, o bailables y cálidas como en la salsera «Mama«. La soledad es un punto de partida en «Algo está pasando«, un vestido lleno de sinceridad a medida de María Rozalén: hago de trizas corazón y en cada rincón aprendo a ser como quiera. La libertad, dentro del merengue-reggae de «Y volar«, es saber vivir con Los Caligaris. Incluso nos animan a seguir a pesar de los nervios en «Dale!» porque la música, como la vida, está para jugar sin presiones.
La última gran revolución de una pegatina mayúscula no depende de ellos, pasa por lo que cada uno encuentre tras la portada infinita del disco obra del ilustrador LaPrisaMata. Ya eran los reyes de lo alternativo, nunca dejarán de serlo. Sin embargo, ahora acceden a un baile más heterogéneo, completo, radiable y global: a la fiesta de quince se viene alunizado, graduado en providencias fugaces.