“Ignis”, el resurgir de las cenizas tras el duelo de Vega
En tiempos de inmediatez, donde la música se consume a un ritmo tan vertiginoso, el disco físico ha pasado a ser un objeto de coleccionista. No sólo es cada vez más difícil encontrar tiendas donde conseguirlos, sino que los artistas que se aventuran a lanzarlos, son mirados por el resto como unas raras avis ancladas en el pasado. Eso no le quita valor. Al contrario, si el trabajo se hace con mimo, el disco físico puede tener un valor incalculable. No hay más que ver “Ignis”, el último álbum de Vega.
La artista cordobesa nos tiene acostumbrados a hacer pequeños trabajos de orfebrería con sus lanzamientos. Mientras los demás ven en lo físico una víctima de la era digital, Vega va siempre un paso más allá en creatividad. Lo hizo con su anterior trabajo, “Mirlo Blanco”, que venia con una taza de café realizada con polímeros reciclados y un mosquetón hecho con plásticos recogidos en playas. Y lo ha vuelto a hacer de nuevo con “Ignis”, un álbum conceptual que se quema, literalmente.
No es una metáfora en consonancia con el título. Vega quería recuperar la ilusión de descubrir un disco canción por canción. Y lo ha hecho reflexionando sobre esos incendios que experimentamos en la vida. Así, la portada (o pergamino interior si es CD) está lacada con un barniz ignífugo que al prenderse deja visible la “portada tradicional”. Una propuesta innovadora que invita a descubrir la belleza que hay debajo de las cenizas, porque, al final, todo lo que nos reduce está presente.
Un disco publicado hace dos semanas puede resultar ya obsoleto al ritmo frenético con el que se vive todo. “Ignis” quiere romper con esa tendencia, tratando de recuperar la esencia de las canciones que perduran en el imaginario colectivo de los oyentes, en un llamado a huir deliberadamente de ese consumo instantáneo y efímero que hay ahora mismo en la música. Y el mismo proceso llevará la gira de presentación, que contará con seis únicas fechas repartidas durante el mes de marzo.
“Ignis” toma su nombre inspirado en el palíndromo del diablo: In girum imus nocte et consumimur igni. Según una leyenda medieval, esta frase tenía un poder mágico cuando se escribía en un pergamino y después se quemaba, ya que permitía encontrar la fórmula de la piedra filosofal. En la leyenda, el fuego ejerce un papel purificador. Y la misma simbología tiene para Vega, ya que representa la claridad de un terreno limpio, preparado para el crecimiento de cosas nuevas.
Y de eso va este disco, de la necesidad de empezar de cero. Vega entró en un duelo tras la publicación de “Mirlo Blanco”, que le impedía coger la guitarra y seguir haciendo lo que más le gusta: componer. “Ignis” es el resurgir de esas cenizas. Un viaje emocional que defiende el lugar de las mujeres y el suyo propio en la música. Y una obra, que reafirma a la artista cordobesa como una mujer superviviente y adalid de una carrera gestionada al margen de los cauces habituales de la industria.
