El pop-rock de la vieja escuela de Albert Vico

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El pop-rock de la vieja escuela de Albert Vico

La inspiración puede llegar de muchas formas: de un viaje, de un recuerdo, de un paisaje, de una conversación. En el caso de Albert Vico viene de la belleza de las cosas cotidianas que nos rodean, siempre con esa alegría teñida de nostalgia que hace de lo tradicional un entorno poético y evocador. Una de sus canciones, “Musa de la luna y mar” plasma a la perfección ese aura de ensoñación que imprime a todo. Y que nos transporta directamente a la época más romántica del año: el verano.

La luna y el mar ha sido testigos de muchos romances clandestinos, de historias de amor a primera vista o de promesas de fidelidad eterna. Albert nos trae su propio relato idílico, una historia de almas gemelas que invita a reflexionar sobre la influencia que tiene el destino en la vida de las personas. Todo con un medio tiempo que suena a rock de la vieja escuela, donde las guitarras respiran crudeza y las melodías se hacen grandes. Sin artificios y con una frescura instrumental de muchos quilates.

No es la primera vez que el músico barcelonés juega con lo emocional. Ya en “Desde mi trinchera” o “Hasta consumir mi realidad”, sus dos primeros adelantos, Albert dejaba entrever que ese poso melancólico iba a jugar un papel fundamental en sus letras. Son las credenciales de un artista sin complejos, que se mueve como pez en el agua en esa línea fronteriza entre fantasía y realidad. Y que suma su carácter a una base rítmica ya de por si rica en matices y llena de personalidad.

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