Nadia Álvarez «salta al vacío» con su indie-folk intimista
Nadia Álvarez posee un don especial para crear deliciosas canciones cargadas de sensibilidad lírica y melódica. A menudo asociada con la corriente indie-folk, su estilo es muy particular. En sus composiciones, la joven compositora, cantante y guitarrista leonesa, explora las maneras de la canción de autor más intimista (Nick Drake, Elliott Smith), con unas influencias musicales que abarcan desde el rock de raíz americana (Bob Dylan, Ryan Adams, Lucinda Williams) hasta el pop melódico en castellano (Antonio Vega, Zahara, Carmen Boza), pasando por referentes más cercanos a la corriente indie-folk (Iron & Wine, Fleet Floxes, Laura Marling).
Con una extraordinaria narrativa en castellano, sus letras son como desnudos emocionales que llegan a lo más profundo. Nadia tiene la virtud de sacar oro musical de los pozos del desengaño y la incertidumbre, produciendo brillantes melodías tan delicadas como estremecedoras. Su primer trabajo discográfico “Salto al Vacío“ (Cabana Media Records) es un álbum emocionante y elegante, grabado con mimo junto a sus más estrechos colaboradores, en el que su exquisita voz y su habilidad con la guitarra sobresalen de forma impactante.
Las canciones de Nadia son testimonios existencialistas de una chica que va dejando la adolescencia y entra en la edad adulta con dudas sobre el amor, el sentido de la vida, la nostalgia, la imagen propia y el deseo sexual. Ya desde su más tierna infancia sintió el despertar de sus instintos. Criada en un ambiente donde la música estaba siempre presente (su padre es un guitarrista aficionado al flamenco) pronto desarrolló la inquietud por realizar sus propias composiciones. Sus primeros recuerdos se remontan a un viejo Casiotone con él que, con apenas dos años, curioseaba descubriendo melodías.
Con una construcción armónica y de arreglos elegante dentro de los parámetros del indie-folk convencional, Nadia comparte sus vivencias «sinceramente y sin reservas». El primer resultado de ese proceso creativo de introspección tiene lugar a los 14 años, cuando comienza a estudiar en la Escuela Municipal de Música, Danza y Arte Escénicas de León. Allí se graduó en guitarra clásica y canto moderno. Sus años de estudio le además para entrar en contacto con otros músicos locales. Así, siendo aún adolescente, se compró una guitarra eléctrica y formó la que sería su primera banda, un conjunto pop en la onda de Nosoträsh o Le Mans.
Sería el comienzo de una extensa trayectoria en la escena underground de la ciudad que la vio nacer. Fue, entre otros, cantante solista de la banda de garage Lost Boners y guitarrista del grupo de riot girls Kartulinas. No es hasta los 22 años, con The Yellow Horse, cuando se produce su primer acercamiento a los sonidos folk y americana. Con ellos encuentra un camino para comenzar a expresar lo que realmente quería. Es entonces cuando compone algunos de los temas que empezarían a definir su proyecto con nombre propio.
Ya en Madrid comienza su andadura en solitario. Conciertos íntimos y emocionantes en los que logra una gran conexión con el público, gracias a su magnética presencia y la honestidad de sus composiciones. La excelente acogida de sus directos fue consolidando su propuesta, que no ha dejado de crecer gracias al boca a boca. En uno de estos conciertos conoce a Jesús Sangui, también guitarrista y compositor, quien se convertirá en su mano derecha. A partir de entonces, Nadia comienza a sumar músicos a su proyecto hasta completar la formación que le acompaña hoy día: Sangui (guitarra), Henar Lastres (bajo) y Dani Campillo (batería).
La delicadeza y sensibilidad de Nadia cristalizan a lo largo de los once temas que conforman el disco. Una colección de canciones que pedían un tratamiento de lujo como el que tienen en este larga duración. Canciones brillantes y dulcemente desgarradoras. Una especie de tapiz impresionista que refleja las emociones de una joven que encuentra en la fragilidad su arma más poderosa.