Zahara reedita “Médula” junto a La Oreja de Van Gogh
Apenas quedan unas horas para poder disfrutar al completo de uno de los discos más esperados del año, “Reputa” de Zahara. La artista jienense arrasó el año pasado con su predecesor, llevándose para casa seis Premios MIN, incluidos los de mejor álbum del año y mejor álbum pop. Y no es para menos. Porque “Puta” es una de esas obras maestras que salen a la luz con cuentagotas. Y no hablamos sólo de lo estrictamente musical, sino de la faceta más difícil para un artista, la de transcender con sus canciones a lo más profundo.
Y ahí es donde este disco se hace grande. Porque “Puta” es uno de esos trabajos imposibles de escuchar sin que se te remueva algo por dentro. En él, Zahara habla sin tapujos de algunas de las experiencias más duras de su adolescencia, vivencias en su mayoría oscuras que combinan vulnerabilidad y firmeza. Y lo que es más importante y doloroso a la vez: historias universales de las que calan hondo. “Puta” no es sólo la historia personal de Zahara, es la vida real de cualquier persona que haya sido víctima de acoso, abuso o maltrato.
Y como toda obra maestra merece una reedición a la altura. Y ahí llega “Reputa”, que incluye todas las canciones originales vestidas de manera diferente, tanto en solitario como en compañía de otros artistas. El álbum incluye además “La hostia de dios“, una canción que Zahara publicó con motivo del primer aniversario del disco. Pero no nos engañemos, “Reputa” va más allá de ser una reedición al uso. La fusión de estilos que nos ofrece es tal, que algunas de las versiones son completamente nuevas, tanto en la música como en la letra.
Entre esas colaboraciones se encuentra “Médula“, que Zahara interpreta ahora junto a La Oreja de Van Gogh. La cadencia de la voz unida a los beats y ritmos ochenteros hacían de “Médula” el corte perfecto para los donostiarras. Y estos no han defraudado. El quinteto ha reconstruido la armonía de forma magistral, llevándola a un terreno más pop, más alegre y mucho más melódico si cabe. Un positivismo que potencia la letra de la canción, en la que Zahara nos invita a amarnos a nosotros mismos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.