Canciller, “Si hay algo que nos define es la autenticidad“
Canciller es pop con aires ochenteros, melodías sinuosas y letras con mucha verdad. En su último trabajo discográfico, “Golpe de Suerte”, la artista valenciana fusiona todos estos ingredientes en diez canciones que son el mejor bálsamo para cicatrizar heridas. En esta entrevista abre su corazón para contarnos todos los secretos que se esconden detrás de este nuevo disco. Un álbum que es el resultado de huir hacia delante sin mirar atrás y en el que saca a flote su lado mas vulnerable.
Escucha la entrevista completa:
– Para la gente que no te conozca y que te esté descubriendo hoy a partir de esta entrevista, ¿Cómo te presentarías a nuestros oyentes?
– Me presentaría como Sara Canciller, la autora de un primer larga duración que se llama “Golpe de Suerte” y que ha sido muy difícil traerlo al mundo. Han sido dos años largos, pero por fin está aquí. Ahora estamos en un momento satisfactorio.
– Hace apenas dos semanas que ha salido el disco. Si tuvieras que destacar alguna característica de él, ¿Qué dirías que lo hace diferente de cualquier otra propuesta similar que podamos encontrar en el mercado?
– A veces me preguntan, ¿es un disco conceptual?. Y yo diría que lo que lo hace genuino es que sencillamente cada una de las canciones tienen una narrativa diferente. Son golpes de suerte, situaciones en las que yo me he encontrado como superviviente, destructora, responsable o irresponsable, consciente o inconsciente, pero que me han cambiado la vida.
– El álbum plasma en canciones episodios de tu vida que han supuesto un antes y un después para ti. ¿Componer este disco ha sido una especie de catarsis?
– Yo soy una persona que siempre compone por catarsis, no sé hacerlo de otra manera. Ojalá pudiera, porque a veces es muy doloroso, en el sentido de que hablas de cosas que quizá no quieres hablar después. Pero catártico es siempre. Y creo que todos los artistas, si no lo hacen por catarsis, tal vez no sean buenos.
– “Golpe de Suerte” habla de cambios repentinos, de pérdidas, de la pandemia, de la urgencia de saltar al vacío, de canciones que te salvan la vida, de bailar en un festival, de la certeza de amar y ser amado… ¿Tantas emociones caben en diez canciones?
– Y más, probablemente. Porque cuando hablamos de componer a corazón abierto y con el pecho descubierto no hay otra manera de hacerlo que no sea ir con valentía. En este disco solo hay verdad, otra cosa es que le guste a la gente…
– En la nota de prensa dices que “Golpe de Suerte” es una huida hacia delante sin mirar atrás. ¿De dónde o de qué estamos huyendo?
– Supongo que de mí misma. Es una huida hacia adelante porque cuando compuse estas canciones necesitaba procesar cosas. Por ejemplo, venirme de otro país a vivir aquí, un desamor, la enfermedad de mi padre… Son cosas de las que necesitas huir pero con un fin creativo al final, por suerte.
– ¿Es Canciller un álter ego para decir en canciones lo que Sara no se atreve a decir con palabras?
– Me encanta esa pregunta porque a mí me gusta muchísimo jugar con el álter ego. Nunca he conseguido crearme un personaje, no he llegado a ese nivel. Ojalá pudiera ser como Lady Gaga por ejemplo, alguien que en su casa se llama de una manera y en la calle artísticamente es otra. Aunque a mí sí me gusta pensar que soy así. Y por supuesto, en estas canciones hay mensajitos por ahí para quien los quiera oír.
– El título es un poco ambiguo, ya que la suerte puede ser buena o mala dependiendo del lado del que la mires. ¿Eres de las que piensa que las cosas suceden por casualidad o la suerte se busca y es producto de nuestras acciones?
– Puede ser el destino, puede ser algo trabajado… Yo creo que sencillamente es algo que pasa y que ocurre por casualidad. No creo que haya algo predestinado, pero sí que creo que hay un gran valor en lo que tú quieras conseguir y quieras atraer. No me podría levantar por las mañanas, seguramente, si pensara que no soy dueña de las cosas que hago y las cosas que necesito.
– El disco lo abre “Kamikaze de vuelta”, una canción que nace para hablar del miedo y el vértigo en el amor. ¿El hecho de enamorarse no debería llevar ya implícita la palabra “kamikaze”?
– Sí, excepto la primera vez que te enamoras, que ahí sí que hay algo más naif e ingenuo. Cuando te vuelves a enamorar y te recompones a ti mismo con cicatrices que no sabes de dónde salen, es como desmontar un mueble de Ikea. Lo vuelves a montar y siempre te sobran piezas. Al final hay que saber qué hacer con ellas y eso para mí fue “Kamikaze de vuelta”: ¿Qué hace un Kamikaze cuando vuelve y sobrevive?, ¿Adónde va?.
– Un kamikaze de vuelta es un kamikaze reincidente. ¿Da más vértigo saltar al vacío cuando tienes el corazón lleno de tiritas y sabes lo que duele la caída?
– Mil veces sí. Cuando sabes el daño que hace volverlo a hacer es de estar locos. Pero creo que el mundo funciona así, gracias al amor. Amor a las cosas, a las personas, a los valores, a lo que pensamos… si no, seríamos incapaces de levantarnos por la mañana. Pero cuando ese amor no viene o no se da de la forma que tú pretendes, duele mucho. Aún así, lo seguimos haciendo, porque somos humanos y sin el amor no somos nada.
– Dices que sobrevivir al amor es jodido, pero que sobrevivir al desastre de un desamor es aún peor. Desde la perspectiva del compositor, ¿Qué es más fácil, hablar desde lo positivo o desde un corazón herido?
– Las canciones de desamor son muy fácil hacerlas. Es donde más vulnerable estás y cualquier persona puede hacer una si le han tocado o roto la patata. Lo difícil es hacer canciones que no sean ñoñas y te sigan escociendo. Esa es la maravilla de una canción de desamor, que sigan existiendo pese a toda la narrativa que hay.
– Kamikaze es un término que se puede llevar a todos los ámbitos, incluido el musical. En tu proyecto artístico, ¿eres de las kamikazes que se dejan guiar por el corazón sin pensar en las consecuencias o le sueles dar muchas vueltas a las cosas antes de tomar una decisión?
– Kamikaze siempre. Me tiro al vacío constantemente. A veces no me sale bien, pero hay que aprender a equivocarse. Este disco es un monográfico de mi vida. Yo no sé vivirlo de otra manera… y aunque cada día sea mucho más complicado que el anterior y nos rompamos y volvamos a caer, hay que seguir intentándolo.
– De cicatrices y corazón hecho pedazos habla otra de tus canciones, “Kintsugi”, un título que alude a una técnica de origen japonés para recomponer fracturas. ¿Cuál es la historia que lleva detrás esta canción?
– Esta canción la compuse en 2019 después de estar cuatro años sin componer una nota, sin tocar apenas y sin escribir nada. Me la escribo a mí misma para decirme: “Tú que querías ser artista, tú que componías tanto, que hacías tantas canciones. Tú que lo has intentado un montón de veces y que has mandado demos aquí y allá. ¿Qué ha pasado?, ¿Dónde está esa mujer?, ¿Dónde has dejado esa ilusión?”.
En realidad habla de guardar las canciones tristes y recomponer las cicatrices. Estaba reconciliándome con el proceso duro y difícil de querer entrar en la industria musical. Y querer que te escuchen, que también da mucho miedo… o querer montar una banda con alguien, trabajar con un productor. Entonces, habla precisamente de eso, de soñar fuerte y cantar en grande. Lo dice así el estribillo.
– “Kintsugi” habla del propio proceso creativo y del miedo que supone hablar de uno mismo a través de las canciones. ¿Te cuesta mucho quitarte la coraza y mostrar tu lado más vulnerable?
– No me cuesta, la gente que no se muestra vulnerable se pierde algo muy importante, que es conectar con los demás. Llegar a alguien con algo tan básico como es un abrazo, una mirada o cantando una canción es un poder magnífico de las personas. Y si a esa persona le llega dentro es porque es de verdad. Yo he tenido la suerte de viajar mucho por Estados Unidos, cuando estuve en Tennessee vi una estatua que decía tres acordes y la verdad. No hace falta más realmente para hacer una buena canción.
– A pesar de haber superado ya ese bloqueo creativo, ¿te queda alguna canción guardada aún en el cajón que no hayas enseñado por miedo o inseguridad?
– Sí, muchas. Yo soy una persona que tiene un síndrome del impostor muy potente encima de mi cabeza y cuando quiero enseñar una canción, quiero estar muy segura de que es una buena canción y que a la gente le va a doler un poquito por dentro. Y si son canciones más movidas o con más energía también quiero saber que van a funcionar.
– La técnica del “Kintsugi” es la antítesis de cómo se consume la música ahora mismo, ya que requiere una paciencia que la industria ahora mismo no tiene. ¿Tú cómo llevas esa inmediatez que hay actualmente, donde parece que hay que sacar canciones cada muy poco para no perder el foco?
– Mal, supongo, porque una de las cosas que más llevo integradas en mi vida es tiempo y cariño. A la vida hay que dárselo y a las canciones más que a nada. Hasta las que parecen a priori insulsas tienen mucha razón de ser. Si están hechas con tiempo y cariño son canciones estupendas, ya sea para pasarlo bien, reírnos, divertirnos, ironizar o ser sarcásticos. Creo que esto se tendrá que caer por su propio peso y si no, a la vista está, si hay que sacar algo tan rápido, lo hará la IA, no lo podremos hacer los humanos.
– ¿Crees que deberíamos dejar de mirar tanto los números y empezar a valorar a las canciones y a los artistas en base a otros criterios?
– Totalmente de acuerdo. De hecho, a mí los números me importan bastante poco. Me da igual que haya una persona escuchando que 20. Aunque también necesito reconciliarme con eso, porque al final mi disco necesita el mismo amor y el mismo cariño que el que saca otra persona con un alcance increíble.
– “Kintsugi” saca a la luz otro mal del compositor, que es la necesidad de aprobación ajena. ¿Qué es más autodestructivo, las críticas que nos hacen los demás o la autoexigencia que nosotros nos ponemos muchas veces?
– En mi caso soy yo, porque lo que digan los demás me suele importar bastante poco. Soy una persona que he llevado mi vida muy independiente de lo que puedan pensar los demás, incluso fuera de lo que se considera una vida normativa. Y soy yo misma quien más se fustiga y se castiga. Sobre todo porque tengo esa sensación de que no soy capaz, de que no soy una artista lo suficientemente buena. Esas cosas empiezan a bombardearme la cabeza y lo que hace acallarlas es sentarme en el piano a tocar. Y decir, estos son mis bebés, están aquí conmigo y suenan increíbles.
– En alguna ocasión has dicho ”Me gusta jugar con la búsqueda de la canción perfecta”. ¿Cuándo se da por finalizada una canción cuando tienes esa autoexigencia y la necesidad de perfeccionarlo siempre todo?
– Cuando llega un productor y te dice se acabó, esta canción esta hecha. Yo sería incapaz de hacerlo, seguiría revisándola continuamente.
– “Kintsugi” da paso a “Palmer”, en la que rindes pleitesía a todas las personas que se salen de los cánones establecidos. En una industria donde todo parece estar cortado por el mismo patrón, ¿es la autenticidad el bien más preciado para un artista?
– Yo creo que sí. Si hay algo que nos define es la autenticidad. Hay una industria que sí que va a buscar esos modelos cortados por el mismo patrón, porque son más rentables o porque tienen más números. Pero yo creo que todos los artistas cuando se definen piensan que son auténticos y que no se parecen a otros.
– En la letra de esta canción aparece Vetusta Morla. ¿Forman parte de tus influencias?
– Vetusta Morla es una máquina perfecta de hacer canciones. Para mi generación desde luego lo son, seguro, han contado historias que nos han hecho el corazón más blandito y han compuesto himnos increíbles. Pero en este caso, aparecen como algo casual. Yo estaba con una amiga en un concierto de ellos y estábamos ahí muy felices y con la sensación de que el universo estaba con nosotras en ese momento.
– “Palmer” es una canción que ensalza también el valor de la amistad. Ver la belleza de las pequeñas cosas y saber apreciar lo que tenemos al lado ¿es el mejor bálsamo para cicatrizar las heridas?
– Esta canción habla de algo que es muy importante, que es el descomprimir con una buena farra. Todo el mundo lo necesitamos, sobre todo las personas como yo que somos un poco obsesivas en el trabajo, en el sentido de tener esa perfección que a veces nos fustiga. Cuando tú descomprimes y de repente te juntas con una amiga que sientes que es parte de tu ADN, todo es perfecto. Es algo que también hay que hacer, pasárselo bien.
– En “El viaje”, otra de tus canciones, hablas del poder de abstracción que tiene para ti estar en un lugar alejado del habitual. ¿Es en los momentos de introspección cuando encuentras más inspiración para componer?
– Yo soy muy viajera. Viajar es algo que también puede ser un estado de ánimo. Se trata de buscar lugares donde nunca has estado y eso también podemos hacerlo perfectamente sin salir de casa o saliendo en un radio muy corto. La introspección es necesaria y de hecho si no, no podrías escribir nunca.
– Y con el corazón en la mano, ¿Cuál dirías que es de todas las canciones de este disco en la que más te has abierto emocionalmente?
– No te lo puedo decir, qué pregunta más difícil. A nivel por ejemplo de interpretación y técnico, la última canción, que se llama “Frío”. Está hecha de una forma muy peculiar que seguramente muy poca gente graba hoy día, en un estudio sin claqueta. A una toma, sin cortar, solos un pianista y una cantante, que somos Pablo Barrios y yo. Y en esa canción yo sí que siento que estoy más presente. Al final, en un proceso de un disco revisas cosas, retomas… Pero esta canción es tal cual, funciona así.
– ¿Por qué has querido terminar el disco así, de una manera tan cruda?
– Porque vengo de una época en la que se compraban CD’s, donde había gemas al final de los discos. Es decir, la típica pista que duraba ocho minutos, que luego al final tenía un bonus track que era un tesoro. Me apetecía hacer algo así, un pequeño homenaje a esos discos con los que he crecido y con los que me siento tan cómoda. Y quería sobre todo eso, enseñar como nació, que fue así, con un piano y una voz.
– En golpe de suerte, hay muchos diálogos internos de ti contigo misma. A la hora de poner en palabras las cicatrices, ¿es más terapéutico hacerlo en primera persona?
– Siempre hay que ponerse a uno por delante para dar ejemplo. A mí me encanta hablar en primera persona porque al final forma parte de este viaje loco que tengo yo con ir con el corazón por delante siempre.
– ¿Y no crees que es un poco peligroso ya que estás mostrándole al mundo tus debilidades?
– Para nada. A mí me encanta mostrarme vulnerable, llorar en un concierto… Creo que no hay nada más bonito que sentir la respiración de la gente, emocionarme y ser dueña de toda la respiración de la sala porque están pendientes de mi latir.
– Has llegado incluso a bromear con tu propio funeral. ¿En qué momento se te ocurrió hacer una canción así?
– Es una metáfora. Creo que cuando tienes una historia de amor con alguien y esa persona desaparece de tu vida es como si murieras para esa persona. Empecé a recrearme en eso y pensé, ¿Cuántas veces nos habremos muerto?. Y no solo para una expareja, también te mueres para alguien en tu trabajo, para una amistad que sale mal… Al final nos morimos en vida más veces de lo que pensamos.
– Este no es tu primer disco ya que en 2022 lanzaste un EP de cuatro canciones que se titulaba “Golpe de Estado”. ¿Por qué tanta fijación con los golpes?
– Porque al final cuando tienes un nombre artístico así tan potente como Sara Canciller, quería continuar con esa narrativa. Además yo me considero una persona, como decimos en Valencia, muy cheta. Aunque soy puro nervio también, pero a la hora de componer me sale fácil estar blandita… y quería contrarrestar esa parte.
– Este otro EP lo presentabas con un disco pop hedonista con sonido contemporáneo. La huida del dolor sigue presente. ¿Hemos cerrado el círculo o va a seguir ahí en futuros trabajos?
– El concepto de los golpes me gusta bastante. “Golpe de estado” para mí fue una rebelión. Llevaba mucho tiempo trabajando en la industria pero nunca había hecho nada propio. Y este disco llegó como una liberación para mí. Fue como rebelarme contra mí misma y decir, voy a ser valiente y lo voy a hacer. Luego quería cumplir ese sueño adolescente de tener un álbum con mi foto en la portada. Y un golpe de suerte era un buen concepto para ello. Supongo que el tercero también será un golpe, pero no sé de qué tipo.
– Y después de caerse y levantarse tantas veces. ¿Qué consejo le darías a aquella Sara que empezaba a dar sus primeros pasos en el mundo de la música si la tuvieras ahora mismo delante?
– Que no se crea tanto lo que dice la gente, básicamente. Cuando eres jovencita es muy fácil creerse lo que viene cualquier persona a decirte que tienes que hacer, simplemente por el puro placer de oír su voz. Yo creo que los mayores errores que he cometido en mi vida han sido por no escucharme a mí misma. Por eso siempre soy muy intensa. Y soy una activa escuchadora de mí debido a eso.
– En tus redes sociales tienes puesta la frase: “sueño en color pop”. Ahora que ya hemos escuchado el disco completo, ¿Qué color le pondrías a golpe de suerte?
– Un color muy brillante y épico. No sabría cuál, pero sería así.
– Y ya que estamos hablando de soñar, ¿Qué objetivos o metas te has puesto con este disco?
– Objetivos muy honestos la verdad. Conciertos habrá de aquí a verano, más o menos uno al mes y en diferentes formatos. Pero sobre todo, quiero disfrutarlo mucho. Me ha costado mucho sacar este disco a flote y el mayor objetivo es que valga la pena.
– Muchas gracias Sara por querer estar hoy aquí con nosotros. ¿Algo que quieras añadir y que te haya faltado por decir?
– Muchas gracias por el espacio y por escuchar el disco con tanto cariño.