«Oscuridad», las preguntas sin respuesta de Marina Reche

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«Oscuridad», las preguntas sin respuesta de Marina Reche

Oscuridad y claridad son dos cualidades que no pueden existir la una sin la otra. Llevadas a los estados de ánimo parece que la luminosidad empodera y la oscuridad induce al desánimo. Aunque no es más que una cuestión de perspectiva, ya que una sombra destaca en la claridad tanto como un rayo de luz en mitad de la noche. Negar esta dualidad es engañarnos a nosotros mismos y sobre esta premisa de honestidad giran los dos primeros trabajos discográficos de Marina Reche.

La primera parte llegaba hace poco más de un año bajo el título de «Claridad». La artista alicantina iniciaba su catarsis con un imaginario escrito a corazón abierto. En él verbalizaba sus emociones para cicatrizar las heridas de un desamor. Desde el lado más terapéutico, poniendo sobre la mesa sus miedos e inseguridades pero con un atisbo de superación en el horizonte. Y siempre con ese toque profundo e intimista que convierte cada palabra suya en un dardo certero al centro de la diana.

Ahora llega llega la continuación de ese trabajo. «Oscuridad», un título que contrasta con el anterior y que no es más que el testimonio de su sinceridad. De nuevo salen a flote las vulnerabilidades, esta vez incluso desde un lado más visceral. Y lo que es más evidente, hay mucha más madurez lírica. Ahí, Marina retrata su confusión emocional sumergiéndose en la tristeza de las preguntas sin respuesta, credenciales de un viaje con el que demuestra el gusto exquisito que tiene para componer.

Y no solo se realza el dolor en las letras, también su voz ha ganado en sensibilidad. Todo para abrazar la nostalgia en un claro intento de búsqueda y reconstrucción. Eso se muestra en temas como el que abre el EP, «Quién me enseñó a amar», donde a pesar del amor se ven otras prioridades por encima de la relación. Tal es así que «Mil Preguntas» echa más leña al fuego de la decepción, lo que acaba abriéndole los ojos al ver que la persona a la que quiere tiene una nueva ilusión.

Los temas se entrelazan con una mezcla de arreglos electrónicos y pinceladas acústicas. El resultado es una atmósfera envolvente donde la emotividad va ganando el pulso. «Así» es una buena muestra. La letra describe la crudeza del desamor, ese momento cuando tomas consciencia de que no te quieren y que es mejor que la otra persona no forme ya parte de tu vida. O «Lo he intentado», que expresa lo difícil de volver a amar cuando te han roto el corazón en mil pedazos y el amor sigue latente.

La parte final del EP cierra el círculo con «Claridad». El contraste se aprecia también en la producción, con un sonido algo más oscuro valga la redundancia. Bajo ese aura misterioso fluye «Vida en el campo» donde Marina se desnuda emocionalmente. Expectativas contra la realidad, lo que se había imaginado frente a lo que que nunca llegó o como el final de la relación rompe todos los sueños de un plumazo. Y de fondo la tristeza. Cuando el dolor no se puede superar y lo invade todo.

Y no solamente eso, no se reconoce y no vuelve a ser ella misma. Un largo proceso de cicatrización del que habla «870». En este punto la luminosidad vuelve a cobrar vida, el duelo da paso a la esperanza y el contrapunto es «Buenos Aires». La ciudad argentina es testigo directo del renacer. Hay luz al final del túnel y eso se plasma en otra balada «made in» Marina Reche. Eso sí, desde un prisma optimista que pone el broche de oro a un trabajo concebido para degustar a pequeños sorbos.

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